lunes, 22 de diciembre de 2008

Los besos son espuma

Hubo un tiempo en que creí que todo era este sueño: que si alzaba la cara al cielo podía ver sus besos incrustados en las puertas de emergencia de los aviones. Que eventualmente se materializarían y los sentiría tibios sobre mí.

Hoy una idea me niega el derecho a soñar: que sólo era el reflejo de una vida en que los besos estaban recogidos dentro de un espejo cóncavo, bajo otras proporciones, caricaturas de los originales que nunca se materializaron.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Decadencia

Odio mi cuerpo. Odio su debilidad, el hecho de que sea temporal, una cáscara quebradiza que encierra mi persona sin tener siquiera un buen motivo para hacerlo.

Puedo sentir su fragilidad cuando me despierto, cuando miro el mar, cuando el dolor baila en el pecho, cuando el corazón late fuerte, afirmando su despotismo.

Puedo imaginar mis neurotransmisores, conexiones sinápticas, intestinos y ovarios descargando impulsos eléctricos o regalando fluidos a través de la materia. Esta energía que se mueve dentro de lo voluptuoso produce un malestar agradable que da los medios para pensar o existir.

Existir es comprender. Precisamente: todas y cada una de mis partes están bajo el halo de una innecesaria e inevitable decadencia.

lunes, 3 de noviembre de 2008

De súbito
no he nacido
no he muerto

el centro de la sombra
es la sombra en mi espera
(A. Pizarnick)

Existe una gran divergencia entre lo que percibimos que somos y la imagen que los demás tienen de nosotros. A veces los propios errores, fracasos y grietas nos son revelados por el escrutinio periférico. Siento entonces un impulso malévolo que me invita a variar la calidad de los valores en los que la vida se ejecuta, entre aquel que me acusa y yo. Un impulso que se manifiesta sobre mi cuerpo con una sonrisa pomposa e inadecuada.

La sonrisa se transforma en subjetividad. Puesto que sólo tengo conciencia de mí misma y de nadie más, parece lógico que por cuestiones de existencia, saciarme de forma individual sea el único fin que deba tratar de conseguir. Cada faceta de mí me pertenece. No hay divergencia. ¿ O piensas tú impedir que me deleite con mi propia opulencia?

martes, 14 de octubre de 2008

Alegría Geométrica

Dicen que la alegría radica en la anticipación y en el recuerdo. Esto es sólo cierto de forma parcial, porque en mi mente la alegría tuvo un tercer grado. Uno raro. Que vivió en el cerebro y el cuello, cuando todo a mi alrededor fue, por unos breves instantes, simplemente perfecto.

El sol esa mañana era intenso. Se colaba por la ventana dejándome sola en medio de la luz. Estaba quieta en la cama, vagando entre pensamientos vírgenes arrancados de las memorias del sueño.

Al verlo me sobresalté. Después lo miré con detenimiento y calculé que tendría un metro de longitud. Parecía estar constituido por cápsulas geométricas semejantes al papel viejo, por un compendio de segmentos largos y convexos. Estrecho en la cola, ancho en los hombros. La cabeza era pequeña pero distinguible. Tenía ojos, o más bien un facsímile de éstos que llamaban la atención por la lógica de su forma más que del color. Debía de haber salido de algún mueble. Se arrastraba por el suelo, ciego, sin intención aparente.

Recuerdo entonces haber sentido esa incontenible alegría que viene de lo inmediato. Tenía todas las variables bajo mi control. La satisfacción me invadió como un golpe de adrenalina. Sentí excitación y miedo. La visión me provocó un placer que procedía de la mezcla de sentir que perteneces y del riesgo de perpetuar adonde perteneces.

viernes, 3 de octubre de 2008

Dos/Una

Aura es anómala. Una mujer que afirma su valor rechazando la venta de sí misma, que abraza el contrato de moralidad. Una persona seria. Comedida y discreta.

Aura también sabe que puede llegar a ser obscena de manera hiperbólica. Es entonces cuando deja de observar como Aura y empieza a mirar como Ariel.
En una sociedad organizada por obligaciones contractuales, el acto de Ariel representa el único modelo posible de mujer honesta.

Aura desparece. Es un proceso muy simple: al desvanecerse una cara, se produce otra. No al estilo Dorian Gray, más bien hay que poseer la cualidad de olvidar selectivamente quién se es.

Es cierto que no siempre es fácil ocultar a Aura de la presencia de Ariel. Cuando aparecen juntas el resultado es catastrófico. Surge una relación especular tremenda y ambas ven el reflejo de un ser repulsivo. Por separado, sin embargo, son encantadoras.

Un día en que aparecieron las dos, Aura se dio cuenta de que el reflejo de Ariel no le molestaba y eso la entristeció tiernamente.

martes, 23 de septiembre de 2008

fake plastic mask

Mi tragedia no es quién soy. Son las circunstancias que llevaron a perderme en un huracán de abstracciones, medias verdades, elucubraciones y también en algo bonito y superfluo. Espero haya algo más. Debajo de la piel. Encima de los ojos, pero pudiera estar equivocada. Si todos somos la acumulación de varias mimesis, quizá haya gente que imite la felicidad. Las máscaras son increíblemente sexys. Le descatalogan a uno de forma irresponsable y sensual. Es como tomarte un respiro de tanta humanidad. La gente podría expresarse con tanta facilidad, si no tuviesen caras...

Le pregunté a un amigo qué pensaba él que era amar a una mujer. Porque yo no he amado por amarle, no porque le haya amado, sino porque quería ser él. Quería poseerle, absorberle, quería tragármelo y que nos hiciésemos uno. Mi amigo me contestó que amar es una esclavitud abismal. ¿A qué?
A la existencia diaria de ese ser.
¿Cómo lo soportas?
Por su imagen, activa el hambre en mi mente.
Dejemos entonces que el estómago sufra.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Subterráneo

Me miraba. Era él. Lo conocía muy bien. Íbamos los dos en el mismo vagón, frente a frente. La mirada es lo más profundo que hay. Sostuvo sus ojos fijos en los míos y articuló tres o cuatro frases siniestras. En la siguiente estación y sin darme tiempo a preguntar, bajó.

Decidí no salir del metro en unas cuantas horas, necesitaba el sonido del tren contra las vías para entender el significado de sus palabras. Después me di cuenta de que aquello sólo era el principio de una vida subterránea.

miércoles, 16 de julio de 2008

Cadáveres Exquisitos

I

La especialidad de la casa es decir las palabras para que las frases las destruyan dentro de una piedra sucia.

Sí, a veces me pierdo en tus huellas. Bórralas para que nadie las vea, deja paso a cuatro líneas rojas en una bicicleta.

Hablamos de profesores en física cuántica: lo mejor es encontrar el silencio,
a la larga el mundo gira.

(Amaro, Carles, Inés)


II

No le des más vueltas, te están llamando,
responde. Ten cuidado no vayas a convertirte en la protagonista de una de tus novelas.


Todos estábamos dentro de una pompa de jabón,
comeríamos en el café Gijón
sin una respuesta.
Mis deudas kármicas con el país de Francia acabaron ya,
pues los zapatos nunca hablan.

(Amaro, Carles, Laura, Inés)

lunes, 7 de julio de 2008

El origen del teatro

Un día, después de pintar frenéticamente, Ana se levantó saltando con gracia del sillón donde dormía. Irguiéndose con voz grave, le cantó al aire enrarecido del pasillo:
Hell hath no limits, nor is circumscribed
In one self place. But where we are is hell,
And where hell is there must we ever be.

Cómo si lo tuviesen preparado, Julio se puso en pie con un movimiento rápido y subiéndose a una de las sillas continuó:

Come, I think hell’s a fable.

Los demás reímos ante aquella improvisación. A medida que transcurría el diálogo noté que Ana estaba adherida al deseo, en una especie de trance. Cuando le pregunté a qué había venido aquella escena, ella me contestó algo que no entendí y que no tenía que ver con mi pregunta. Me dijo que el origen del teatro era sagrado, que había surgido cuando los seres humanos hacían rituales en los que fingían ser otras personas para comunicarse con un ente superior.

Después de ese día, el teatro ocupó por completo las reflexiones de todos los habitantes de la casa. Se convirtió en el eje que nos hacía girar. Viajaba dentro de todos, como si de pronto la sangre que cargaban nuestras venas se hubiese desatinado colectivamente. Ninguno recuerda con detalle qué había sucedido antes de ese día, tampoco a nadie se le ocurriría discutir la oportunidad de la fecha. La fiebre teatral nos iba arrastrando a un estado donde las cosas cobraban un relieve inesperado. Eran reales, falsas y a la vez ligeramente exageradas.

En la última obra que ensayamos, Ana bordó su papel. Actuaba como si ella ya no estuviese allí, giraba sobre sí misma, se equilibraba en el vacío del escenario, sobrepasaba los límites de la interpretación. Era sobrenatural, pensábamos mientras la veíamos levantarse en el aire para dejarse caer envuelta en los velos de su vestido. Con aplausos febriles formamos un círculo a su alrededor. Bravo.

Su cuerpo tirado en el suelo estaba exánime, sus ojos enormes y negros recorrían nuestras máscaras, disfraces, plumas, sombreros y pelucas. Viendo aquella escena, supe que el llanto de Ana esperaba ahí, disponible pero inútil: ‘Tengo miedo. He descubierto cómo llegar a dónde no quiero’-dijo.
Nadie contestó. Ella se levantó como si despertase de un profundo sueño y caminó hasta el sofá como si no hubiese pasado nada.


He escrito esto sólo para que sepan lo que pasó después. Por una grieta se escapó la voz que nos impulsó a romper azulejos, a desgarrar paredes. Rasgamos las cortinas y las telas de los sillones, dimos la vuelta a las camas y desplumamos los colchones. Con ello murieron las personas, nacieron los personajes y nos quedamos todos quietos, en círculo como adorándonos, y de rato en rato gritábamos, gritábamos como yo no creo que griten los humanos. Entonces nos olvidamos de esa idea de que el camino es una forma de llegar a un destino, y nos dedicamos simplemente a caminar. Cada noche repetíamos, convencidos de que al fin habíamos llegado.

miércoles, 2 de julio de 2008

Eco Musical

Una estampida de imágenes intentó abrirse paso y en el centro encontraron un espejo. Entraron por mi cerebro, grabando un nombre con fuego. Lo rompieron y estalló en mil pedazos.

Un sudor nostálgico visitó mi cuerpo frío, empapándolo de piedras verdes y viejas. Después me subí al puente, mirando hacia las agujas. Había un gótico adolescente y yo le dije que veía un desierto donde había musgo y él me dijo: lo que ves es una verdad justa.

Cuando se fue oí el eco de mi voz y pensé que hablaba menos de lo que decía. Desde el puente escuché cantar a una niña contemplando una ciudad en ruinas.

martes, 24 de junio de 2008

Edinburgh, she said.

She was sitting down there, holding to the fence.
Can you see the garden? she said
Lilies, lavandas, magnolias, roses...
and now, can you see the tombs? Corpses, putrefaction, worms, pitted eyes...

Beautiful contrast between the living and the dead- she said- those things you can only find in a city like this.

Too late, I said, I’m leaving now.
Do you really want to leave?
Either I stay and get my eyes pitted or I grow into a rose.
Who are you?
I am the soul in limbo
Nadja?
Nada
You’ll know what’s best- she said- sitting down there, holding to the fence.

miércoles, 18 de junio de 2008

Alicia, desde el otro lado.

Sus ojos son negros. Y rojos. Los abrió al cruzar a través del espejo.
Se perdieron en túneles estrechos, detrás de la pantalla de la representación.

Iluminaron una noche decadente, donde los hechos inalterables están escritos llueva o haga sol. Escritos en blanco y negro, o en negro y blanco, dependiendo si se escriben en pizarra o en papel. En todo caso, el color no cambia.

Miraron llenando la noche de música silenciosa, justo en ese momento en el que las cosas no están aún congeladas, muertas.

Los vio a todos, perdidos. Les habían quitado sus puntos de referencia. ¿Cuál es la diferencia entre un amigo y un no amigo? ¿Entre una virgen y una puta? ¿Entre la persona que deseas y con la que te acuestas? ¿Entre una mujer y otra mujer? ¿Entre tu cuerpo y el cuerpo que utilizas para el placer?

Sin duda este es el momento en el que Alicia tiene que mirar, sólo queda ella en el país de lo real.

domingo, 15 de junio de 2008

Los números impares


Era un Domingo cualquiera. Habíamos subido al trastero de Kato por aquello de la inercia. Esa noche, a altas horas de la madrugada, cuando estaba claro que nada más interesante que nuestro propio aliento nos iba a acariciar, Kato me explicó su teoría de los números impares.

Al principio pensé que las percepciones sensoriales de Kato se habían atrofiado. Pero ni siquiera hoy soy capaz de explicar la magnitud de su historia. Si escribo esto es para obtener cierto alivio de sus palabras, para decirme a mí mismo que aunque dos verdades puedan coexistir, aquello era un imposible, y que todo lo que pasó después, producto de esa imposibilidad. De otro modo ¿Cómo explicar que yo esté hoy escribiendo esto?

Hasta esa noche yo había pensado que la noción del universo empezaba con el Big Bang. Creía que lo poco que sabemos de él se había convertido en una visión cosmológica válida que dependía de las propiedades físicas de lamasa y la energía y cuya existencia se media en proporción a su expansión. Después de escuchar a Kato, también supe por qué el destino del universo se había convertido en el tema de numerosas novelas de ciencia ficción.

El caso es, me decía un Kato ya ebrio, que tus actos y tu vida son símbolos del orden del universo. No estaba yo para asuntos cabalísticos esa noche, pero poco a poco su historia empezó a cautivarme. En general, decía él, nuestras vidas viajan de forma abrupta de un evento a otro. Una persona toma un camino, gira en una esquina, se para, se desvía brevemente y vuelve a empezar. Nunca sabemos nada, e inevitablemente llegamos a un sitio diferente del que habíamos imaginado en un principio.Dentro de este mar de ignorancia, sólo la teoría de los números impares puede ofrecernos alguna luz. La interacción entre el número 19 y el número 11 crean las vibraciones básicas de la vida de una persona, continuaba diciendo Kato, y el número 11 y el 25 son las vibraciones máster. Según él, éstas vibraciones afectaban la forma en la que uno vivía, dibujando un destino único.

Conté y junté los números de los que Kato hablaba. Yo había nacido del 19 del 11 de 1979. Faltaban 25 días para que cumpliese 20 años, y esa fecha sería el 19 del 11 de 1999. Todos, claro está, excepto el 20. Le miré rezagado, hundiéndome en el sofá.



Esa noche todo cambió para mí. Fue una especie de revelación, y cuando tuve tiempo para asimilarla, me pregunté cómo era posible que hubiese vivido tanto tiempo sin entender algo tan simple. El hecho que esté escribiendo esta historia prueba que había una grieta en las elucubraciones de Kato: que cualquiera que fuese el último destino, cada universo paralelo tiene uno diferente.

domingo, 8 de junio de 2008

No mires abajo

Alzo la cabeza. El sol me ciega, un sudor frío recorre mi espalda. Oigo voces, miro y allí están llamándome, tengo todo lo necesario, los saludo. ¡Ahora voy! Esperad un momento. Me levanto para dejarlo todo bien atado pero con mi volubilidad característica me distrae una nube y alzo mi mirada hacia los vecinos de enfrente. Chismosos. Estoy harto de que me miren, me ponen paranoico. A veces me dan ganas de hacerles algún gesto que les disuada de volver a espiarme, o de llamarles por el micro para preguntarles cuál es su problema conmigo, sobre todo a ese calvo y a su hija que no disimulan en absoluto. Con los viejos de la ventana izquierda es diferente, ellos tienen la mirada vacía, esa cara de no extrañarse por nada y aceptarlo todo tal y como les viene dado.

Ya no sé en qué estaba pensando.

No mires abajo... más gente me llama. Tengo que bajar ya. Todos miran ansiosos. ¿Qué pondrán en la tele? Tal vez me de tiempo de encenderla un rato y ver alguno de esos telediarios desinformadores para que mi realidad se vea aún más coartada. Divago. Ver la tele no es lo que más me apetece hacer ahora. Me tomaría un café. No. No tengo tiempo de ir hasta la cocina con tanta gente esperando. Tengo la impresión de que cada vez son más.

Un último instante para pensar en algo artístico. En algún sitio leí que las grandes cosas se consiguen mediante pequeñas modificaciones transitorias, debo de tener en cuenta todos los detalles. Hay que dejarlo bien atado.

Ha llegado el momento. Inspirar, expirar... ¿Qué más da? Una sombra planea sobre mí. ¿Será la sombra de la duda? (Me encanta lo gracioso que soy). Ha llegado el momento. No mires abajo. Después de tanta mentalización no es difícil. Antes de cerrar los ojos vienen a mi mente tres palabras: puenting sin cuerda.

jueves, 5 de junio de 2008

Carne extraña

Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar. C. Baudelaire

La madrugada entraba con el peso de la vigilia en ciernes. Las sábanas se adherían a mi cuerpo formando otra piel y me pareció una tarea extraordinaria esa de empezar de nuevo, contraer los músculos, poner ideas en la cabeza y dar movimiento a mi cuerpo. Al final, algo que no era yo hizo que me alzase a abrir la persiana para ver cómo despertaba un cielo gris.

Entonces lo vi. Era un chico con unos ojos de mi edad. Los llevaba muy abiertos y al mirarlos el dibujo de un columpio se instaló en mi hipotálamo derecho. Bajaba la calle sin rumbo, destrozando cuanto encontraba a su paso. Percibí rabia girando en sus pupilas, sentí odio y náusea rezumando en sus retinas. Era una desazón ancestral la que viajaba allá adentro.

Tiraba jardineras, dejando flores muertas tras de sí. Rompía papeleras, como si la mierda exterior pudiese esconder la interior. Tumbaba las farolas, estrellando la única luz que tenía contra el suelo.

El olor de su angustia golpeó mi ventana. Quise abrirla y decirle que no estaba solo, que el odio consiste en trazar un límite en algún sitio. Quise invitarle a tomar un vaso lleno de algo caliente y tranquilizador;que sus ojos se cerrasen. Quise que subiera a mi cama para explicarle cómo funcionaba todo lo que yo no entendía.

La necesidad de extraer el vacío de aquellos ojos despertó un aire maternal y desconocido. Entonces obré como lo habría hecho cualquier madre. Volví a acercarme a la ventana y la abrí unos milímetros.Poco antes de gritarle que subiera, cogí el teléfono y marqué el 091. Al día siguiente leí el incidente en el periódico local. Él había pasado la noche en un calabozo y ahora esperaba su juicio.

Esa noche me dormí con la estúpida complacencia del que ha querido amar pero no lo ha necesitado.

sábado, 31 de mayo de 2008

Olvidar

Hoy leí que el olvido es esencial para cualquier tipo de acción. Del mismo modo que no sólo la luz sino también la oscuridad son esenciales para la vida de todo organismo. Lo que es completamente imposible es vivir sin olvidar.
Creo que era Nietzsche y no sé por qué, me recordó a un pez intentando beber oxígeno.

jueves, 22 de mayo de 2008

Amar a una sombra


Dos buscan al uno. Son peonzas. Hilos destejiendo destinos.
Dos buscan al uno. Son ojos. Faros en la noche del vacío.
Dos buscan al uno. Campanas doblando al silencio.
Dos buscan al uno. Pompas de jabón cuadradas.
Dos
buscan
al
uno 
y
el
uno
dice:
  sólo
soy
feliz
donde
yo
no
soy.



¿Mueren las sombras con sus dueños?





martes, 20 de mayo de 2008

Destrucciones

Si te vas, dame la mano. Si los días se suicidan, dales las buenas noches.
Nadie huye del tiempo, aliméntalo con tu sangre. Ella piensa, ella sabe. Ella conoce la elegancia del cadáver.

Desnúdale el ego ampliándolo con nada. Oblígala a que exhale y su pecho se contraiga.

En el instante en que puedas olvidar, verás.
Sus besos lágrimas que dejaste resbalar. Sus caricias alas que quisiste cortar. Verás...
que ya no puede volar.

sábado, 17 de mayo de 2008

Contornos

Sentada encima de una roca toqué un agujero negro. En su fondo giraban caras pálidas, sonrisas turbias, cosas mudas. La escenografía de mi muerte rebotó ante mis ojos. La muy imbécil, se postraba con forma de sábanas sucias.

Había un sol oscuro al que le faltaban algunos rayos. El frío pasó de largo con espectros escondidos en las calles
ciénagas de plástico
basuras siderales

y yo, sentada en la roca, tocándo el agujero, saboreé el tiempo con alma gélida.

martes, 13 de mayo de 2008

Tierra

Clara observa detenidamente sus zapatos. Son rojos y puntiagudos. Son sus preferidos. El mundo debería recordarla por esos zapatos y no por sus cuadros.

Su memoria viaja hasta el último día de playa, deleitándose al evocar el surco de hoyos negros que dejaban sus zapatos al pisar la arena. Eran unos hoyos peculiares. Simulaban túneles. Túneles a mostradores en los que pagas el precio de la forma en la que vives. De repente le parece que alguien grita su nombre a lo lejos, y se sorprende al comprobar que puede descodificar los sonidos en letras y ordenarlas hasta que forman una palabra con la que ella se siente igual a lo que es. C-l-a-r-a. La vida reflejada en su nombre sólo persistirá mientras los sonidos fonéticos se mantengan en complicidad con el fenómeno visual de las palabras.

El grito imaginario la transporta al presente y se acuerda de que en este tiempo se camina sobre tierra, por asfalto. Está sucio y su olor no la despierta de ningún sueño. Examina sus zapatos de nuevo-son perfectos-y sigue avanzando sin rumbo.

Al doblar la esquina se topa con un café, su rótulo lo designa como ‘Medicina Líquida’ y le parece apropiado. Entra. Se sienta en una mesa al lado de la ventana y observa las caras tristes y feas de los transeúntes. Espléndido peregrinaje de basura.

Al cabo de un rato ordena un café con leche a un chico alto de ojos grises. Le sonríe con armonía y Clara le devuelve la sonrisa. Asocia la vida de la palabra amor a la imagen del chico y cómo si esta palabra fuera una hacedora de vértigos, siente agujas clavándose bajo sus uñas.

Toma el periódico que está en la mesa de al lado. A medida que va pasando las páginas, cree percibir un olor marino y se deja invadir por la añoranza. La añoranza de andar descalza. De beber agua salada. Ojea el periódico distraídamente hasta llegar a una noticia en la que hay una fotografía de una chica joven, bonita, exánime, tumbada sobre la arena. De pronto se le ocurre que ella conoce a esa chica, pero no puede recordar quién es. Observa la fotografía con recelo. La chica está desnuda en la orilla. Sólo sus pies están vestidos. Visten unos maravillosos zapatos rojos. Mira el encabezamiento de la noticia y lee con placer ancestral cómo Clara Maar, la conocida pintora, se ha suicidado esa mañana ahogándose en el mar.

sábado, 10 de mayo de 2008

Agua

Clara mira el mar. Ve que su único límite es la línea del horizonte y ve que el límite le pertenece a ella. A su incapacidad humana para percibir la curvatura de la tierra. Le envidia.

En la orilla, el más ininteligible de los seres humanos se postra delante del más ininteligible de las presencias no humanas. Los secretos de ambos sólo podrían descubrirse si uno de ellos se entregarse al otro. Duda un momento antes de entrar. Ella está sola. El mar no lo está. Él está lleno de vida. Ella no tiene vida dentro. Clara sabe que conoce mejor al mar que a sí misma. No conocerse es armarse de valor. Llenarse de peligro.

Va adentrándose en el agua. Su olor la hace despertar de un sueño secular y ético. Se va abriendo camino a través de ese absoluto líquido que la va dejando entrar, como en el acto de amor, donde el rechazo inicial es sólo una seña de invitación.

Pronto se deja cubrir por la primera ola. La espuma, la sal, el yodo y un pez volando en su cresta la enceguecen instantáneamente, dejándola mojada y sorprendida. Avanza sin miedo, partiendo la ola a la mitad. Hunde la cabeza en su brillo y siente los brazos torcidos del mar jugando con su pelo. Se inclina y bebe un trago de agua gélida y salada. Bebe con hambre, sin sed. Esto era lo que añoraba, lo que llevaba tanto tiempo esperando: el mar por dentro, el mar adentro. Se siente completamente igual a sí misma. Su garganta alimentada por la sal, sus ojos enrojecidos por el sol. Vuelve a zambullirse y bebe más agua. Sabe que es la amante que volverá a tenerlo todo. Clara es ahora menos sólida, más etérea. Ya sabe lo que quiere, ya puede intuirse. Quiere quedarse quieta en el mar, y lo hace durante un tiempo infinito, un tiempo que como la rueda, gira y nos repite. Absorbe el mar, aprehendiéndolo, haciéndola crecer. Creer.

Después vuelve a la orilla caminando por el agua. No sobre el agua. Lo que ahora tiene nadie puede quitárselo. Al salir, el mar opone resistencia a su marcha y la arrastra para atrás con su resaca. Ella resiste su llamado, su pedido. Ya está pisando la arena. Sabe que ha sorteado un peligro inmenso, el peligro de ser humano.

jueves, 1 de mayo de 2008

héroes underground

Volvieron a quedarse callados. Miraban el cielo sin nubes y cada uno imaginaba una cosa diferente. El silencio de él estaba invadido por el eco de una melodía ancestral. En el silencio de ella se escuchaban fantasmas plateados y coléricos. Era un silencio cómplice. Era un silencio ajeno. Entonces ella sacó una fotografía de su libro y se la tendió. ¿Te gusta? Él la miró con atención. Su cara estaba enmarcada en un espejo y sus ojos respiraban un aire anhelante. Su mirada dormía a la espera de un algo indefinido. El diagrama de la irrealidad.
-¿Te gusta o no? repitió ella.
- ¿Quién te la sacó?
- Alguien que tú no conoces.
La nube que no había en el cielo, bajó para oscurecer el rostro de Martín. La lluvia se asentó en su alma, melancólica pero serena. A su mente vino aquella canción que no existía "lo que pasa con el alma... es que no se ve...".
- ¿Qué se ve por la ventana un sábado por la noche, Alejandra?
- Sólo veo el metro.
La miró cauteloso, y después preguntó- ¿A qué te refieres?
- Túneles a otros mundos. Corredores negros.
- ¿Aún estás incómoda?
- No, hace rato que estoy contigo.
- No te siento.
-Eso es porque sólo crees en construcciones.
- ¿Me puedes enseñar a hacerlo?
-¿A hacer qué?
- Sentirte.
- Tardarás en aprender y no tenemos tiempo.
Martín se alegró súbitamente, pero al mismo tiempo sintió una tristeza imparable. Sintió la textura espectral de la oscuridad. La de él. La de ella. Achacó la melodía de su cuerpo en los huesos, saboreó el soplo de sonidos diversos. Abrió la boca y bebió del viento. Ese ir por abajo, esa galería oscura. Ese hundirse flotando. Le reconfortaba que el futuro no existiese y sin embargo, le embargaba de nostalgia.
Alejandra cogió la manzana que estaba encima de la mesa y preguntó: ¿Piensas que soy Platónica?
- ¿Por qué me preguntas eso?
- Las preguntas no se contestan con preguntas.
- No, pero contéstame.
- ¿Crees que el mito de la caverna es para niños?
- Sí.
- Yo también. Dime Martín, ¿Por qué sabes que Londres existe?
- Porque lo he visto.
- La existencia predece a la esencia.
- Fue lo que siempre dije.
- Nadie comprende lo que todos. Todos comprenden lo que nadie.
- Muchas veces decimos lo mismo sin entendernos.

Alejandra bajó del alfeizar de la ventana donde fumaba y miró hacia la cama en la que habían dormido. Recordó su cuerpo tendido en ella rodeado de un alimento exterminador.

-Esta noche he soñado que el mundo se multiplicaba. Que las realidades se expandían. Que yo estaba en medio de su estruéndo mágico y que cada una, egoísta, me agarraba de un brazo y me estiraba. Una vez escindida en dos, otra sucesión de tirones consiguió que toda yo se rompiese. Nadie quería recoger los trozos. Entonces yo me perdía en una memoria inconexa y mi cuerpo era un país arrasado por la humedad de la niebla.
- Yo fui a recoger tus pedazos, pero no me viste. No me quisiste ver.
- ¿Sabes? Se puede morir de presencias.
(Se hizo un silencio de tres minutos, silencio de hilos, sin ecos, ni fantasmas)
- Me tengo que ir- dijo ella.
- ¿A dónde?
- Da igual.
- ¿Realmente te quieres ir?
- Quiero quedarme queriendo irme.
- ¿Me dices antes qué es lo que te quedará de mí?
- Una mirada en un espejo. Una forma de ver.
- ¿Algo más?
- Un corazón de medianoche.
- ¿Hará eso que vuelvas a buscarme?
- Te dije hace tiempo que te encontraré en cualquier parte.

martes, 29 de abril de 2008

(S)He dissapeared into complete silence: sonriendo a Louise

Había una vez una mujer que se pensaba enamorada de un hombre. Tuvieron una cita, pero él no apareció. Ella era increíblemente bella. Cuanto más lo esperaba, más guapa se veía. I really mean that she was beautiful.

Había una vez un hombre que estaba contando una historia. Era una historia buena, y le hacía muy feliz, pero la contó tan rápido que nadie la entendió.

Había una vez una mujer que estaba muy enfadada con su novio, lo cortó en pedacitos para hacer con él un guiso. Después llamó a sus amigas y las invitó a una cena con guiso y vino. Todas fueron y lo pasaron muy bien.

Había una vez un hombre de una naturaleza más bien tranquila, más bien inteligente. Sin embargo, no estaba interesado en que le amasen ni le protegiesen porque él estaba interesado en otras cosas. Un día cerró con fuerza la puerta de su casa y no volvió más. Días después su mujer murió. Él nunca lo supo.

Había una vez una mujer que corría muy deprisa. Llegaba tarde al tren. Cuando lo divisó a lo lejos, se entusiasmó tanto que se tiró debajo de él. Nunca cogió ese tren.

sábado, 19 de abril de 2008

Is this desire?

Ayer, a altas horas de la mañana, conocí a una mujer con un deseo incontenible de vivir. El deseo se acentuaba cada vez que salía por la noche: la gente, los bares, la música, el humo, el calor . Todo eso la acicateaba. Cuando escuchaba a PJ Harvey se estremecía entera. Era una mujer bella en plena juventud. Y le aparecía el deseo cuando olía el aire de la noche.

Ocurrió un día (así me lo contó) que la persona a la que más quería desapareció al ponerse el sol. Entonces su deseo incrementó de forma extenuante. Empezó a preocuparse y finalmente tuvo el valor necesario para ir al médico. Cuándo éste le preguntó qué le pasaba ella dijo avergonzada:
-¿Cómo se atenúa esto?
-¿Se atenúa el qué, señorita?
-Pues esta cosa que tengo dentro.
-¿Qué cosa?
-La cosa, repitió. El deseo de placer.
-Mucho me temo que eso no se atenúa nunca.
Ella le miró atónita.
-¡Pero es que yo no puedo dejar de pensar en otra cosa! ¿No se da cuenta?
-No tiene importancia señorita. Eso le pasará hasta que se muera.
-Pero... ¿No me entiende? Esto es peor que estar en el infierno.
-Así es la vida señorita Moon.
¿Eso era la vida? ¿Ese sol tiñendo los árboles de rojo? ¿Ese fuego inextinguible? ¿Esa traición continua?
-Dígame ¿Qué hago yo ahora doctor? Ya no me queda nadie...
El médico la miró con compasión.
-No creo que exista ningún remedio. Conténgase.
Salio de la consulta del doctor con una tristeza indescifrable. Esa misma noche se ayudó a sí misma y se satisfizo. Maniquí desnudo entre estrellas mudas.

Después lloré mucho-me dijo mientras apuraba su whisky-porque supe que ya sólo podría utilizar ese método. Que nunca más habría calor humano dentro de mí. Que así es la vida hasta que llega la iluminación de la muerte.

domingo, 13 de abril de 2008

Hace sólo unos minutos, sentada en el salón y mirando aburrida por la ventana, presencié un evento singular. En la puerta de la casa de enfrente había una mujer diminuta, extremadamente delgada, con un pelo negro y larguísimo que prácticamente la cubría cuan larga era. Tenía ojos saltones y orejas élficas. Hablaba con mi vecino. Me pareció escuchar que estaba recogiendo unas firmas en contra del consumo de carne animal. Después de escucharla atentamente, él asintió y entró en la casa con gesto de “ahora mismo vuelvo”. Mientras, la diminuta esperaba con aire impaciente.
Al cabo de un rato contemplé estupefacta cómo volvía a salir armado con un bote de crema de chocolate en la mano derecha y otro de nata montada en la izquierda. Cuidadosamente empezó a verter los botes por encima de la mujercita, que atónita, le miraba con ojos desorbitados. La situación empezó a interesarme. Cuando la mujercita quiso protestar, él se lo impidió encajándole una manzana caramelizada en la boca (que no sé de dónde sacó). Y allí mismo, delante de la ventana de mi salón, sacó tenedor y cuchillo y empezó a cortar a la mujer en trocitos meticulosos para empezar después a masticarlos ávidamente. La mujer no decía nada, no sé si era por la manzana, por el asombro o por el dolor. Al cabo de unos minutos, lo único que restaba de ella era un montículo de huesecillos y los papeles que traía consigo. Entonces el vecino se inclinó, cogió el bolígrafo y firmó en la casilla que ella le había indicado. Corrí la cortina con una sonrisa en mi cara.

sábado, 12 de abril de 2008


necesito el equilibrio del uno para no disoverme.
Me incliné hacia abajo clavando la mirada en él de la misma forma en la que miras una estrella lejana, inalcanzable. Elevó los párpados y vio a través de mí. Sus ojos estaban llenos de amor. Me quedé observándolo como una idiota. Entonces se me dilataron las pupilas, se me secó la boca, sentí un hormigueo en la punta de los dedos del pie y salí corriendo a la calle. Grité tanto que todos los cristales de las casas cercanas estallaron en llanto. En ese momento sentí que todo había muerto a mi alrededor, que yo misma estaba muerta y que todo cuanto sucede es un sueño absurdo en la mente de otra persona.

Me deja confusa sentir que respiro.

lunes, 7 de abril de 2008

I


Hay un espacio en algún lugar del mundo, lejos de Escocia, del que Otto no sabe nada. Un espacio secreto que sólo le pertenece a ella. Las complicidades nunca son exhaustivas, nunca enteras. En los castillos del lenguaje siempre hay torres sin puertas, ventanas sin luz, pasillos imprevistos, escaleras sin final, habitaciones detrás de candados viejos cuyas llaves desaparecen en las manos agujereadas de la única dueña, la dama de los significados. Pero ese día, confuso y abatido a la par, Otto se percata por primera vez de que ese espacio secreto no está oculto como lo está el corazón bajo el pecho, sino que está expuesto al mundo, únicamente resguardado por su transparencia. Ella no le había escondido nada, pero Otto aún no sabe mirar.



II


Otto ya no se pregunta qué es lo que busca en Teresa. Ahora lo único que le interesa es aprehender lo que ha encontrado en ella. Sus horas de sueño son escasas, duerme sin descansar, gasta las horas nocturnas rápidamente como si tuviese miedo de estar perdiendo el tiempo. Hay premura e impaciencia en los movimientos de su cuerpo, él mismo puede notarlo al mirar su reflejo en el espejo. Apenas se despierta, Otto alarga el brazo para encender su ordenador donde día a día va transcribiendo su vida. Son notas escritas rápidamente, garabatos inconexos, frases sin terminar. Ahora que ha conocido a Teresa esas notas le devuelven una vida que creía perdida. Se siente como un niño. El trabajo llama a la puerta, no puede continuar la historia y los segundos se vuelven negros. Lleno de prisa se incorpora y se mete debajo de la ducha, gira la manivela hasta que el agua está congelada, sale sin secarse, cruza el umbral de la puerta y se dirige hacia el tren. Siente el aire tibio de la primavera en su rostro. Está temblando. La ciudad está llena de gente y ninguno de ellos es la respuesta deseada.

jueves, 3 de abril de 2008

Una luz negra
habitada
por dos ángeles
dijo:
¿Qué eres?
el miedo
¿A qué vienes?
al vacío
¿De qué?
de tu soledad

un ojo negro
contestó:
mónada sin ventana
orgánicamente
me siento etérea.

lunes, 31 de marzo de 2008

The passion of New Eve

We start from our conclusions.
I arrived on that continent by air and I left by water;earth and fire I leave behind me. At night dreaming I got back again to Tristessa's house, that echoing mansion, that hall of mirrors in which my whole life was lived, the glass mausoleum that had been the world and now is smashed. He himself often comes to me in the night, serene in his marvellous plumage of white hair, with the fatal red hole in his breast;after many, many embraces, he vanishes when I open my eyes.
The vengeance of sex is love.
Ocean, ocean, mother of mysteries, bear me to the place of birth.

Angela Carter
La ficción checa que descubriste como herencia. La Bonaerense que nunca te perteneció. Esa presión ambigua que solo tú sabes ejercer con fuerza de ángel caído. Es mejor que lo sepas ahora, antes de que sea demasiado tarde: no tengo nada sano que ofrecer, nunca me he puesto botas de cowboy para ti. Es mejor que lo sepas ahora, antes de que te acerques: soy una pieza del puzzle que al principio era un todo, una veta de la oscuridad en la que murió la luz. La noche mi reino, y el delirio que de ella nace mi espacio.

domingo, 30 de marzo de 2008

He tenido que agrupar en mi mente todos los sucesos de los días pasados, ponerlos en cajas de cristal dentro de mi cabeza y esperar a que no se rompan. A ratos me aventuro a imaginar realidades paralelas, pero luego bajo a la materialidad que me rodea y decido que es mejor seguir pensando con sustancia gris. Los sombreros son dañinos y cambian repentinamente de forma. Las espirales se arremolinan dentro de mí, pero no sé exactamente cómo han surgido, en qué dirección se mueven. Ariadna no debe adentrarse en el laberinto. Creo que fue Chardin el que dijo que continuamente nos hallamos desligados de los acontecimientos y sucesos que ocurren a nuestro alrededor, como si no fuésemos más que meros espectadores, no actores dentro de él. Siento que algo así está pasando en este momento, que alguien más está moviendo los hilos por mí.
En el fondo tengo que empezar a pensar que me gustan los recovecos, el deslizarme entre las esquinas, el esconderme para, al cabo de un rato, salir súbitamente dando sustos al primer transeúnte que tenga la suerte o la maldición de toparse conmigo. De todas maneras, parece que mi relación con el mundo real se encuentra desencajada en algún punto indiscernible. Vivo dentro de un juego literario.

sábado, 29 de marzo de 2008

héroes en yorkshire

Estaban en la estación. Ella estaba a punto de partir y Martín advirtió que no habían arreglado nada para volverse a ver.

Martín: ¿Cuándo podré volver a verte?
Alejandra: No te preocupes, ya sabré cómo encontrarte.
Él pareció sorprendido.
Martín: ¿Cómo lo vas a hacer si ni siquiera tienes mi teléfono?
Alejandra: No entiendes lo que te quiero decir. Lo mismo te encontraré en cualquier parte.
Martín: ¿Me buscarás?
Alejandra: No Martín, huiré de ti con toda mi voluntad, con deliberación.

Esa misma noche, mirando la televisión en la habitación de un mísero hotel, Martín pensó que los seres humanos no eran lógicos. Y años después, cuando se dio cuenta de que nunca más la volvería a ver, supo con certeza que la misma razón que la llevó a hablar con él aquel día, también la impulsó a alejarse para siempre.

domingo, 23 de marzo de 2008

Soy un sueño
compuesto de la más oscura histeria.

Pelo rojo llameante. Mano que se acerca. Tiembla. Hierve. Escucha el alma latir
llamar
noc noc noc
suave

Abre la puerta. Voz oscura se mueve dentro. El alma con espasmos de cristal. Voz que atrapa la esfera roja. Bailando entre sus rizos siente la náusea.

Abre la puerta. Ve los ojos ciegos, cristalinos, mirándolo fijamente. Un grito, un golpe helado.
labios limpios
entreabriéndose al placer
deseo agotado
en sus ojos de papel.

viernes, 21 de marzo de 2008

sobre héroes

De madrugada
Alejandra: Voy a darme una ducha, ahora vuelvo.
(45 minutos después)
Martín: ¿Por qué tardaste tanto?
Alejandra: Tenía mucha suciedad.
Martín la miró, no sabía cuándo ella bromeaba.
Alejandra: ¿No ves que sufro cosas atroces?No tienes idea de la pesadilla que acabo de tener.
Martín: ¿Por eso te bañaste? ¿Se limpian con agua las pesadillas?
Alejandra: Sí, Martín, con agua y con un poco de detergente.

insomnia

Ya estaba cayendo en los brazos del sueño cuando sonó el teléfono. Fue una conversación breve. Eran palabras que había escuchado antes, aunque no sé si en la realidad externa o sólo en la mía. La llamada me desveló. Me levanté, me senté en el suelo del salón a oscuras y vi como la luna iluminaba el cielo de forma espectacular. Era una noche bonita. Una noche para estar fuera. No podía sentir nada que no fuese una rabia enorme, una rabia que como una manta gris se iba asentando sobre mí. Intenté dominarla, pero ella me dominó a mí. Subió desde los dedos de los pies hasta mis ojos, y allí se deshizo en dos o tres lágrimas amargas. Me quedé horas sin moverme, tragando esas lágrimas. Voraz. La rabia salía y volvía a mi interior, cíclica, acuosa, hasta que perdí la noción del tiempo. Entonces escuché la puerta de la entrada. Volvía. Miré al cielo y vi que la luna había desaparecido. El azul había sustituido al negro, pero sólo ahí afuera. Me levanté y avalanzándome sobre él, le clavé el cuchillo en la garganta. Ahora podré dormir.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Y me duele y me duele y me duele y me duele...y nada puedo hacer. ¿O sí? Quizás debiera hacer un cambio de papeles en esta obra catastrófica.

sábado, 23 de febrero de 2008

memorias

Ella se fue sin decir adiós
él prendió fuego a su alma al ver que había desaparecido.

El oráculo le dijo así:
hay una montaña que escalar
hay un río que cruzar
hay una caja en la que puedes guardar tu último sueño
su último beso.

Él respondió:
sé que no va a volver
llegó el momento de perder
Veámonos
vayámonos
sin saber dónde encontrarnos
el tiempo se parará
en el instante de la huída

dando vueltas con el viento, las hojas dibujarán un remolino en tus ojos,
son marrones
es otoño
¿Es otoño?
¿No las oyes?
Crujen. Crujen. crujen.
Dime,
Qué
son almas,
son jaulas
son hokas
son jokas
¿jokes?
¿Qué hojas?
No lo sé
Nunca lo supiste,
tu pulcro intelecto se pierde por encima del aire.

Ya somos dos
O uno-uno.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...