martes, 29 de abril de 2008

(S)He dissapeared into complete silence: sonriendo a Louise

Había una vez una mujer que se pensaba enamorada de un hombre. Tuvieron una cita, pero él no apareció. Ella era increíblemente bella. Cuanto más lo esperaba, más guapa se veía. I really mean that she was beautiful.

Había una vez un hombre que estaba contando una historia. Era una historia buena, y le hacía muy feliz, pero la contó tan rápido que nadie la entendió.

Había una vez una mujer que estaba muy enfadada con su novio, lo cortó en pedacitos para hacer con él un guiso. Después llamó a sus amigas y las invitó a una cena con guiso y vino. Todas fueron y lo pasaron muy bien.

Había una vez un hombre de una naturaleza más bien tranquila, más bien inteligente. Sin embargo, no estaba interesado en que le amasen ni le protegiesen porque él estaba interesado en otras cosas. Un día cerró con fuerza la puerta de su casa y no volvió más. Días después su mujer murió. Él nunca lo supo.

Había una vez una mujer que corría muy deprisa. Llegaba tarde al tren. Cuando lo divisó a lo lejos, se entusiasmó tanto que se tiró debajo de él. Nunca cogió ese tren.

sábado, 19 de abril de 2008

Is this desire?

Ayer, a altas horas de la mañana, conocí a una mujer con un deseo incontenible de vivir. El deseo se acentuaba cada vez que salía por la noche: la gente, los bares, la música, el humo, el calor . Todo eso la acicateaba. Cuando escuchaba a PJ Harvey se estremecía entera. Era una mujer bella en plena juventud. Y le aparecía el deseo cuando olía el aire de la noche.

Ocurrió un día (así me lo contó) que la persona a la que más quería desapareció al ponerse el sol. Entonces su deseo incrementó de forma extenuante. Empezó a preocuparse y finalmente tuvo el valor necesario para ir al médico. Cuándo éste le preguntó qué le pasaba ella dijo avergonzada:
-¿Cómo se atenúa esto?
-¿Se atenúa el qué, señorita?
-Pues esta cosa que tengo dentro.
-¿Qué cosa?
-La cosa, repitió. El deseo de placer.
-Mucho me temo que eso no se atenúa nunca.
Ella le miró atónita.
-¡Pero es que yo no puedo dejar de pensar en otra cosa! ¿No se da cuenta?
-No tiene importancia señorita. Eso le pasará hasta que se muera.
-Pero... ¿No me entiende? Esto es peor que estar en el infierno.
-Así es la vida señorita Moon.
¿Eso era la vida? ¿Ese sol tiñendo los árboles de rojo? ¿Ese fuego inextinguible? ¿Esa traición continua?
-Dígame ¿Qué hago yo ahora doctor? Ya no me queda nadie...
El médico la miró con compasión.
-No creo que exista ningún remedio. Conténgase.
Salio de la consulta del doctor con una tristeza indescifrable. Esa misma noche se ayudó a sí misma y se satisfizo. Maniquí desnudo entre estrellas mudas.

Después lloré mucho-me dijo mientras apuraba su whisky-porque supe que ya sólo podría utilizar ese método. Que nunca más habría calor humano dentro de mí. Que así es la vida hasta que llega la iluminación de la muerte.

domingo, 13 de abril de 2008

Hace sólo unos minutos, sentada en el salón y mirando aburrida por la ventana, presencié un evento singular. En la puerta de la casa de enfrente había una mujer diminuta, extremadamente delgada, con un pelo negro y larguísimo que prácticamente la cubría cuan larga era. Tenía ojos saltones y orejas élficas. Hablaba con mi vecino. Me pareció escuchar que estaba recogiendo unas firmas en contra del consumo de carne animal. Después de escucharla atentamente, él asintió y entró en la casa con gesto de “ahora mismo vuelvo”. Mientras, la diminuta esperaba con aire impaciente.
Al cabo de un rato contemplé estupefacta cómo volvía a salir armado con un bote de crema de chocolate en la mano derecha y otro de nata montada en la izquierda. Cuidadosamente empezó a verter los botes por encima de la mujercita, que atónita, le miraba con ojos desorbitados. La situación empezó a interesarme. Cuando la mujercita quiso protestar, él se lo impidió encajándole una manzana caramelizada en la boca (que no sé de dónde sacó). Y allí mismo, delante de la ventana de mi salón, sacó tenedor y cuchillo y empezó a cortar a la mujer en trocitos meticulosos para empezar después a masticarlos ávidamente. La mujer no decía nada, no sé si era por la manzana, por el asombro o por el dolor. Al cabo de unos minutos, lo único que restaba de ella era un montículo de huesecillos y los papeles que traía consigo. Entonces el vecino se inclinó, cogió el bolígrafo y firmó en la casilla que ella le había indicado. Corrí la cortina con una sonrisa en mi cara.

sábado, 12 de abril de 2008


necesito el equilibrio del uno para no disoverme.
Me incliné hacia abajo clavando la mirada en él de la misma forma en la que miras una estrella lejana, inalcanzable. Elevó los párpados y vio a través de mí. Sus ojos estaban llenos de amor. Me quedé observándolo como una idiota. Entonces se me dilataron las pupilas, se me secó la boca, sentí un hormigueo en la punta de los dedos del pie y salí corriendo a la calle. Grité tanto que todos los cristales de las casas cercanas estallaron en llanto. En ese momento sentí que todo había muerto a mi alrededor, que yo misma estaba muerta y que todo cuanto sucede es un sueño absurdo en la mente de otra persona.

Me deja confusa sentir que respiro.

lunes, 7 de abril de 2008

I


Hay un espacio en algún lugar del mundo, lejos de Escocia, del que Otto no sabe nada. Un espacio secreto que sólo le pertenece a ella. Las complicidades nunca son exhaustivas, nunca enteras. En los castillos del lenguaje siempre hay torres sin puertas, ventanas sin luz, pasillos imprevistos, escaleras sin final, habitaciones detrás de candados viejos cuyas llaves desaparecen en las manos agujereadas de la única dueña, la dama de los significados. Pero ese día, confuso y abatido a la par, Otto se percata por primera vez de que ese espacio secreto no está oculto como lo está el corazón bajo el pecho, sino que está expuesto al mundo, únicamente resguardado por su transparencia. Ella no le había escondido nada, pero Otto aún no sabe mirar.



II


Otto ya no se pregunta qué es lo que busca en Teresa. Ahora lo único que le interesa es aprehender lo que ha encontrado en ella. Sus horas de sueño son escasas, duerme sin descansar, gasta las horas nocturnas rápidamente como si tuviese miedo de estar perdiendo el tiempo. Hay premura e impaciencia en los movimientos de su cuerpo, él mismo puede notarlo al mirar su reflejo en el espejo. Apenas se despierta, Otto alarga el brazo para encender su ordenador donde día a día va transcribiendo su vida. Son notas escritas rápidamente, garabatos inconexos, frases sin terminar. Ahora que ha conocido a Teresa esas notas le devuelven una vida que creía perdida. Se siente como un niño. El trabajo llama a la puerta, no puede continuar la historia y los segundos se vuelven negros. Lleno de prisa se incorpora y se mete debajo de la ducha, gira la manivela hasta que el agua está congelada, sale sin secarse, cruza el umbral de la puerta y se dirige hacia el tren. Siente el aire tibio de la primavera en su rostro. Está temblando. La ciudad está llena de gente y ninguno de ellos es la respuesta deseada.

jueves, 3 de abril de 2008

Una luz negra
habitada
por dos ángeles
dijo:
¿Qué eres?
el miedo
¿A qué vienes?
al vacío
¿De qué?
de tu soledad

un ojo negro
contestó:
mónada sin ventana
orgánicamente
me siento etérea.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...