Odio a los hombres: todos creyeron ser mejor que yo. A las mujeres las relego a la cloaca: ninguna podrá ya ser mía. En la futilidad de una vida tan falsa, mi corazón desafía el todo y dentro de mi crece una serpiente enferma, una compulsión sublime.
Atravesaré el cuerpo de los amantes, amputaré su alegría. Seré una sirena sangrienta, una doncella estrangulada, un sueño y un premio merecido hace tiempo.
Tendré un sentimiento de equidad corrupta para aliviar a esa serpiente mórbida. Nadie que nace envenenado puede sufrir por los ojos de una puta.