Estaban en la estación. Ella estaba a punto de partir y Martín advirtió que no habían arreglado nada para volverse a ver.
Martín: ¿Cuándo podré volver a verte?
Alejandra: No te preocupes, ya sabré cómo encontrarte.
Él pareció sorprendido.
Martín: ¿Cómo lo vas a hacer si ni siquiera tienes mi teléfono?
Alejandra: No entiendes lo que te quiero decir. Lo mismo te encontraré en cualquier parte.
Martín: ¿Me buscarás?
Alejandra: No Martín, huiré de ti con toda mi voluntad, con deliberación.
Esa misma noche, mirando la televisión en la habitación de un mísero hotel, Martín pensó que los seres humanos no eran lógicos. Y años después, cuando se dio cuenta de que nunca más la volvería a ver, supo con certeza que la misma razón que la llevó a hablar con él aquel día, también la impulsó a alejarse para siempre.
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Hace 10 años