Sentada encima de una roca toqué un agujero negro. En su fondo giraban caras pálidas, sonrisas turbias, cosas mudas. La escenografía de mi muerte rebotó ante mis ojos. La muy imbécil, se postraba con forma de sábanas sucias.
Había un sol oscuro al que le faltaban algunos rayos. El frío pasó de largo con espectros escondidos en las calles
ciénagas de plástico
basuras siderales
y yo, sentada en la roca, tocándo el agujero, saboreé el tiempo con alma gélida.
2014 in review
Hace 10 años