Hubo un tiempo en que creí que todo era este sueño: que si alzaba la cara al cielo podía ver sus besos incrustados en las puertas de emergencia de los aviones. Que eventualmente se materializarían y los sentiría tibios sobre mí.
Hoy una idea me niega el derecho a soñar: que sólo era el reflejo de una vida en que los besos estaban recogidos dentro de un espejo cóncavo, bajo otras proporciones, caricaturas de los originales que nunca se materializaron.
2014 in review
Hace 10 años