viernes, 31 de agosto de 2007

Estaba en una ciudad indefinida. Podría ser una mezcla entre Avilés, Edimburgo, Londres y Nueva York. Algunos amigos habían venido a visitarme y yo tenía muchas ganas de enseñarles ese espacio que recurre en mis sueños y que podría estar en la ladera Oeste de Arthur Seat si yo no supiese que en el fondo es un espacio inventado. Es un pequeño islote, quizá un aluvión. En él hay cuatro rocas cubiertas de musgo verde y las cuatro tienen forma circular. Casi son circunferencias perfectas. En la roca del medio hay un agujero lo suficientemente grande como para que dentro de él haya una bola del mundo. Una de esas bolas del mundo que se ven en las bibliotecas viejas, llenas de mapas y cartas esféricas que algún energúmeno roba de cuando en cuando. Creo que es el sitio más increíble que he visto en mi vida. El agua es de un azul ciaño, y brilla tanto como el musgo de las rocas. Sientes allí tu cuerpo y sientes el sonido del cuerpo. Da la sensación de que estuvieses acercándote al sol. Cuando estás a punto de llegar y sentir el calor, el sonido del sol es tan monumentalmente alto que sólo puedes sentir el silencio. Algo así es este sitio.

Después nos fuimos de bares. Había que cruzar un túnel para llegar al centro de la ciudad, que se empeñaba en mezclarse en cuatro y confundirme. Era un túnel parecido a esos que salen en una película que no identifico, pero sé que tiene musgo por las paredes. O vegetación invasiva de algún tipo. Entramos en un bar que frecuento, no recuerdo el nombre. Está en una plaza. Quizá es una mezcla de otros bares que he inventado, o que no conozco pero conoceré.

Alguien de la mesa de al lado me dijo que en la barra tenía unas cartas esperándome. Fui a buscarlas y eran de México. Tenían sobres de papel sedoso, con gusanos, calaveras y colores. Decían, una tras otra, que tenía que volver al trabajo. Deje mi copa de ginebra a medio beber y me fui a hasta el despacho. Por aquellos entonces hacía yo un estudio sobre las ruinas de un barco pirata que estaba hundido en la bahía de una ciudad escocesa, muy al norte. Me desperté cuando estaba pidiendo los papeles de permiso para bucear hasta el camarote presidencial del barco a un viejo bucanero que estaba sentado en la biblioteca de Divinidad. Toda ella era de madera, y la pipa del bucareno la cubría de niebla fina.
Me gusta el silencio que hacen los pies desnudos al pisar una superficie plana.
El silencio de una gota de agua deshaciéndose en el aire.
El de tus ojos, mirando silenciosos la noche.
El silencio del pensar furtivo y el de las horas etéreas que se mueren a mi alrededor.
El silencio cuando bajan los párpados sobre las pestañas,
el sonido de una guitarra de jazz.

jueves, 30 de agosto de 2007

Llevábamos una media hora hablando. No recuerdo en qué preciso momento todo empezó a sufrir graves trasformaciones. Tus palabras se enlazaron con las mías, se pegaron las unas a las otras, se entremezclaron de forma tan fuerte que, tirando poco a poco de mi lengua, el resto de mi cuerpo la sucedió a través de la línea telefónica. Fluuuup! Me engulló. Al principio me encontraba un poco apretada, mareada por los cortocircuitos, con esa sensación de claustrofobia que puede provocarle a una el viajar dentro de un hilo de plástico. Al cabo de dos eternos minutos aparecí en Moscú, allí estabas tú, dulce y tentadora, con la sonrisa pintada de rojo Burdeos, sentada al lado del teléfono y riéndote de tu brujería.

martes, 28 de agosto de 2007

RAYUELA

Toco tu boca,
con un dedo
toco el borde de tu sonrisa.
Voy dibujándola como si saliese de mi mano
como si por primera vez
tu boca se entreabriera.

Cierro los ojos- deshago el camino recorrido,
y recomienzo
veo nacer de nuevo la boca que mi mano elige
dibujar en tu cara

Una boca que coincide con el dos
que sonríe por debajo de la tiza

Me miras con ojos que yo no he trazado
los ojos agrandándose
delinando el circulo último
la comisura de tus labios

Se miran los ojos
y respiran confundidos.

Las líneas se encuentran por debajo de la casilla tres.
Tiro al cielo-
la piedra no llega a tu boca.

lunes, 27 de agosto de 2007

Hoy comienza el viaje, todavía no existe el origen ni el destino.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...