domingo, 30 de marzo de 2008

He tenido que agrupar en mi mente todos los sucesos de los días pasados, ponerlos en cajas de cristal dentro de mi cabeza y esperar a que no se rompan. A ratos me aventuro a imaginar realidades paralelas, pero luego bajo a la materialidad que me rodea y decido que es mejor seguir pensando con sustancia gris. Los sombreros son dañinos y cambian repentinamente de forma. Las espirales se arremolinan dentro de mí, pero no sé exactamente cómo han surgido, en qué dirección se mueven. Ariadna no debe adentrarse en el laberinto. Creo que fue Chardin el que dijo que continuamente nos hallamos desligados de los acontecimientos y sucesos que ocurren a nuestro alrededor, como si no fuésemos más que meros espectadores, no actores dentro de él. Siento que algo así está pasando en este momento, que alguien más está moviendo los hilos por mí.
En el fondo tengo que empezar a pensar que me gustan los recovecos, el deslizarme entre las esquinas, el esconderme para, al cabo de un rato, salir súbitamente dando sustos al primer transeúnte que tenga la suerte o la maldición de toparse conmigo. De todas maneras, parece que mi relación con el mundo real se encuentra desencajada en algún punto indiscernible. Vivo dentro de un juego literario.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...