martes, 14 de octubre de 2008

Alegría Geométrica

Dicen que la alegría radica en la anticipación y en el recuerdo. Esto es sólo cierto de forma parcial, porque en mi mente la alegría tuvo un tercer grado. Uno raro. Que vivió en el cerebro y el cuello, cuando todo a mi alrededor fue, por unos breves instantes, simplemente perfecto.

El sol esa mañana era intenso. Se colaba por la ventana dejándome sola en medio de la luz. Estaba quieta en la cama, vagando entre pensamientos vírgenes arrancados de las memorias del sueño.

Al verlo me sobresalté. Después lo miré con detenimiento y calculé que tendría un metro de longitud. Parecía estar constituido por cápsulas geométricas semejantes al papel viejo, por un compendio de segmentos largos y convexos. Estrecho en la cola, ancho en los hombros. La cabeza era pequeña pero distinguible. Tenía ojos, o más bien un facsímile de éstos que llamaban la atención por la lógica de su forma más que del color. Debía de haber salido de algún mueble. Se arrastraba por el suelo, ciego, sin intención aparente.

Recuerdo entonces haber sentido esa incontenible alegría que viene de lo inmediato. Tenía todas las variables bajo mi control. La satisfacción me invadió como un golpe de adrenalina. Sentí excitación y miedo. La visión me provocó un placer que procedía de la mezcla de sentir que perteneces y del riesgo de perpetuar adonde perteneces.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...