lunes, 24 de noviembre de 2008

Decadencia

Odio mi cuerpo. Odio su debilidad, el hecho de que sea temporal, una cáscara quebradiza que encierra mi persona sin tener siquiera un buen motivo para hacerlo.

Puedo sentir su fragilidad cuando me despierto, cuando miro el mar, cuando el dolor baila en el pecho, cuando el corazón late fuerte, afirmando su despotismo.

Puedo imaginar mis neurotransmisores, conexiones sinápticas, intestinos y ovarios descargando impulsos eléctricos o regalando fluidos a través de la materia. Esta energía que se mueve dentro de lo voluptuoso produce un malestar agradable que da los medios para pensar o existir.

Existir es comprender. Precisamente: todas y cada una de mis partes están bajo el halo de una innecesaria e inevitable decadencia.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...