martes, 13 de mayo de 2008

Tierra

Clara observa detenidamente sus zapatos. Son rojos y puntiagudos. Son sus preferidos. El mundo debería recordarla por esos zapatos y no por sus cuadros.

Su memoria viaja hasta el último día de playa, deleitándose al evocar el surco de hoyos negros que dejaban sus zapatos al pisar la arena. Eran unos hoyos peculiares. Simulaban túneles. Túneles a mostradores en los que pagas el precio de la forma en la que vives. De repente le parece que alguien grita su nombre a lo lejos, y se sorprende al comprobar que puede descodificar los sonidos en letras y ordenarlas hasta que forman una palabra con la que ella se siente igual a lo que es. C-l-a-r-a. La vida reflejada en su nombre sólo persistirá mientras los sonidos fonéticos se mantengan en complicidad con el fenómeno visual de las palabras.

El grito imaginario la transporta al presente y se acuerda de que en este tiempo se camina sobre tierra, por asfalto. Está sucio y su olor no la despierta de ningún sueño. Examina sus zapatos de nuevo-son perfectos-y sigue avanzando sin rumbo.

Al doblar la esquina se topa con un café, su rótulo lo designa como ‘Medicina Líquida’ y le parece apropiado. Entra. Se sienta en una mesa al lado de la ventana y observa las caras tristes y feas de los transeúntes. Espléndido peregrinaje de basura.

Al cabo de un rato ordena un café con leche a un chico alto de ojos grises. Le sonríe con armonía y Clara le devuelve la sonrisa. Asocia la vida de la palabra amor a la imagen del chico y cómo si esta palabra fuera una hacedora de vértigos, siente agujas clavándose bajo sus uñas.

Toma el periódico que está en la mesa de al lado. A medida que va pasando las páginas, cree percibir un olor marino y se deja invadir por la añoranza. La añoranza de andar descalza. De beber agua salada. Ojea el periódico distraídamente hasta llegar a una noticia en la que hay una fotografía de una chica joven, bonita, exánime, tumbada sobre la arena. De pronto se le ocurre que ella conoce a esa chica, pero no puede recordar quién es. Observa la fotografía con recelo. La chica está desnuda en la orilla. Sólo sus pies están vestidos. Visten unos maravillosos zapatos rojos. Mira el encabezamiento de la noticia y lee con placer ancestral cómo Clara Maar, la conocida pintora, se ha suicidado esa mañana ahogándose en el mar.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...