sábado, 10 de mayo de 2008

Agua

Clara mira el mar. Ve que su único límite es la línea del horizonte y ve que el límite le pertenece a ella. A su incapacidad humana para percibir la curvatura de la tierra. Le envidia.

En la orilla, el más ininteligible de los seres humanos se postra delante del más ininteligible de las presencias no humanas. Los secretos de ambos sólo podrían descubrirse si uno de ellos se entregarse al otro. Duda un momento antes de entrar. Ella está sola. El mar no lo está. Él está lleno de vida. Ella no tiene vida dentro. Clara sabe que conoce mejor al mar que a sí misma. No conocerse es armarse de valor. Llenarse de peligro.

Va adentrándose en el agua. Su olor la hace despertar de un sueño secular y ético. Se va abriendo camino a través de ese absoluto líquido que la va dejando entrar, como en el acto de amor, donde el rechazo inicial es sólo una seña de invitación.

Pronto se deja cubrir por la primera ola. La espuma, la sal, el yodo y un pez volando en su cresta la enceguecen instantáneamente, dejándola mojada y sorprendida. Avanza sin miedo, partiendo la ola a la mitad. Hunde la cabeza en su brillo y siente los brazos torcidos del mar jugando con su pelo. Se inclina y bebe un trago de agua gélida y salada. Bebe con hambre, sin sed. Esto era lo que añoraba, lo que llevaba tanto tiempo esperando: el mar por dentro, el mar adentro. Se siente completamente igual a sí misma. Su garganta alimentada por la sal, sus ojos enrojecidos por el sol. Vuelve a zambullirse y bebe más agua. Sabe que es la amante que volverá a tenerlo todo. Clara es ahora menos sólida, más etérea. Ya sabe lo que quiere, ya puede intuirse. Quiere quedarse quieta en el mar, y lo hace durante un tiempo infinito, un tiempo que como la rueda, gira y nos repite. Absorbe el mar, aprehendiéndolo, haciéndola crecer. Creer.

Después vuelve a la orilla caminando por el agua. No sobre el agua. Lo que ahora tiene nadie puede quitárselo. Al salir, el mar opone resistencia a su marcha y la arrastra para atrás con su resaca. Ella resiste su llamado, su pedido. Ya está pisando la arena. Sabe que ha sorteado un peligro inmenso, el peligro de ser humano.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...