jueves, 5 de junio de 2008

Carne extraña

Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar. C. Baudelaire

La madrugada entraba con el peso de la vigilia en ciernes. Las sábanas se adherían a mi cuerpo formando otra piel y me pareció una tarea extraordinaria esa de empezar de nuevo, contraer los músculos, poner ideas en la cabeza y dar movimiento a mi cuerpo. Al final, algo que no era yo hizo que me alzase a abrir la persiana para ver cómo despertaba un cielo gris.

Entonces lo vi. Era un chico con unos ojos de mi edad. Los llevaba muy abiertos y al mirarlos el dibujo de un columpio se instaló en mi hipotálamo derecho. Bajaba la calle sin rumbo, destrozando cuanto encontraba a su paso. Percibí rabia girando en sus pupilas, sentí odio y náusea rezumando en sus retinas. Era una desazón ancestral la que viajaba allá adentro.

Tiraba jardineras, dejando flores muertas tras de sí. Rompía papeleras, como si la mierda exterior pudiese esconder la interior. Tumbaba las farolas, estrellando la única luz que tenía contra el suelo.

El olor de su angustia golpeó mi ventana. Quise abrirla y decirle que no estaba solo, que el odio consiste en trazar un límite en algún sitio. Quise invitarle a tomar un vaso lleno de algo caliente y tranquilizador;que sus ojos se cerrasen. Quise que subiera a mi cama para explicarle cómo funcionaba todo lo que yo no entendía.

La necesidad de extraer el vacío de aquellos ojos despertó un aire maternal y desconocido. Entonces obré como lo habría hecho cualquier madre. Volví a acercarme a la ventana y la abrí unos milímetros.Poco antes de gritarle que subiera, cogí el teléfono y marqué el 091. Al día siguiente leí el incidente en el periódico local. Él había pasado la noche en un calabozo y ahora esperaba su juicio.

Esa noche me dormí con la estúpida complacencia del que ha querido amar pero no lo ha necesitado.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...