domingo, 8 de junio de 2008

No mires abajo

Alzo la cabeza. El sol me ciega, un sudor frío recorre mi espalda. Oigo voces, miro y allí están llamándome, tengo todo lo necesario, los saludo. ¡Ahora voy! Esperad un momento. Me levanto para dejarlo todo bien atado pero con mi volubilidad característica me distrae una nube y alzo mi mirada hacia los vecinos de enfrente. Chismosos. Estoy harto de que me miren, me ponen paranoico. A veces me dan ganas de hacerles algún gesto que les disuada de volver a espiarme, o de llamarles por el micro para preguntarles cuál es su problema conmigo, sobre todo a ese calvo y a su hija que no disimulan en absoluto. Con los viejos de la ventana izquierda es diferente, ellos tienen la mirada vacía, esa cara de no extrañarse por nada y aceptarlo todo tal y como les viene dado.

Ya no sé en qué estaba pensando.

No mires abajo... más gente me llama. Tengo que bajar ya. Todos miran ansiosos. ¿Qué pondrán en la tele? Tal vez me de tiempo de encenderla un rato y ver alguno de esos telediarios desinformadores para que mi realidad se vea aún más coartada. Divago. Ver la tele no es lo que más me apetece hacer ahora. Me tomaría un café. No. No tengo tiempo de ir hasta la cocina con tanta gente esperando. Tengo la impresión de que cada vez son más.

Un último instante para pensar en algo artístico. En algún sitio leí que las grandes cosas se consiguen mediante pequeñas modificaciones transitorias, debo de tener en cuenta todos los detalles. Hay que dejarlo bien atado.

Ha llegado el momento. Inspirar, expirar... ¿Qué más da? Una sombra planea sobre mí. ¿Será la sombra de la duda? (Me encanta lo gracioso que soy). Ha llegado el momento. No mires abajo. Después de tanta mentalización no es difícil. Antes de cerrar los ojos vienen a mi mente tres palabras: puenting sin cuerda.

The betrayal of images

The betrayal of images
no te fies de lo que veas, de lo que oigas, de lo que sientas...